Ha llegado el momento de sacar la ropa de invierno, y también los zapatos. La elección del calzado es un elemento clave para la salud de nuestros pies, tanto en verano como en invierno.
Después del buen tiempo, es muy probable que nuestros pies no estén todo lo cuidados que deberían. El sol, el calor, la piscina y unas sandalias hacen que nuestros pies sufran durante los meses de verano. Por ello, debemos aprovechar la llegada del invierno para empezar a cuidarlos de nuevo.
El zapato que necesitas dependerá de para qué lo uses. Si buscas un calzado para la oficina, es mejor dar prioridad a la comodidad que a ser muy abrigado, ya que estarás abrigado y cubierto. Si viajas largas distancias durante tu día, debes encontrar un equilibrio entre ellas.
Cuando hayas decidido para qué vas a utilizar tus zapatos, tienes que tener en cuenta las siguientes características: Los dedos deben tener suficiente espacio y libertad de movimiento.
La parte delantera debe ser flexible para que las articulaciones del pie puedan realizar el movimiento. La suela tiene que proporcionar estabilidad y no ser resbaladiza. Las suelas con cierto grosor amortiguan el impacto al caminar, disipando mejor las cargas. La mejor opción es optar por suelas de goma o materiales sintéticos, tienen mucha más capacidad de amortiguación que las de piel. El zapato debe estar hecho de un material transpirable, como el cuero. Este y otros materiales naturales son más apropiados para el corte del zapato, que es la zona que cubre el pie. Además, esto evitará el mal olor y la sudoración excesiva del pie. La altura del tacón del zapato no debe exceder los 3 centímetros. El pie de un adulto soporta el peso de todo el cuerpo repartiéndolo entre la parte delantera y el talón, y es precisamente el talón el que soporta la carga principal. Cuanto mayor sea la altura del tacón, más peso irá al frente. Evita hormas muy ajustadas que dejen el pie aprisionado o las puntas afiladas. Este tipo de calzado puede provocar la aparición de juanetes. La zona del talón es importante que esté sujeta para que el zapato no suba y baje al caminar, ya que puede provocar rozaduras e irritaciones en la zona. Además, el respaldo puede prevenir esguinces. Si usas plantillas personalizadas, es preferible que puedas quitar la plantilla del zapato para mayor comodidad, de esta manera el pie tendrá más espacio. Invertir en buenos zapatos es invertir en salud. Siguiendo estos pequeños consejos podrás evitar muchas lesiones en los pies y tensiones musculares. Y cuando estrenas un zapato no lo uses todo el día, el pie necesita un tiempo de adaptación.
¡Disfruta del invierno!